miércoles, 18 de diciembre de 2013

Tradiciones Navideñas en...

Las tradiciones navideñas de los pequeños pueblos siempre me han resultado las más curiosas. Es por eso por lo que voy a contaros un poco cómo eran las navidades en un pueblo del noroeste de España, Muelas de los Caballeros, en Zamora, durante las primeras décadas del siglo XX.
En vísperas del día de Navidad, de Año Nuevo y de Reyes, los niños (rapaces) pedían las vejigas de los cerdos, las lavaban y las hinchaban como si fueran globos. Se hacía un oficio religioso llamado las Vigilias y los rapaces llevaban sus vejigas para explotarlas contra el suelo cuando el cura salía de la sacristía.

El 24 de diciembre, Nochebuena, se hacía la Colación, que consistía en comida de viernes, es decir, sin grasa. Se comía un poco de todo lo que se tenía en casa: nueces, castañas, sardinas, pulpo y hasta garbanzos. Banquetes muy modestos. El día de Navidad era una fiesta familiar y se aprovechaba para estar en casa. Al día siguiente de Navidad se corrían las Cintas, que consistía en que, montado en bici o en burro, había que meter un lápiz o un palo por la anilla que había en el extremo de una cinta colgada. El que lo hacía se llevaba un premio. Y al día siguiente se corrían los Gallos. Colgado por las patas de una cuerda, había que cogerle del cuello entre los dedos corazón e índice, al pasar con una caballería mayor, y arrancarle la cabeza. 

El día de los Inocentes, 28 de diciembre, se hacía la Carrada: los jóvenes iban con un carro tirado por ellos al monte a buscar un roble. Se cortaba y se llevaba al pueblo en el carro, también tirando de él. Después se vendía como leña y con el dinero que se sacaba los mozos hacían una cena. Por el roble iban solo los mozos (o sea, los solteros); pero a la cena iban también las mozas. (Era un rito para estrechar el vínculo entre los jóvenes.) También este día los mozos “cazaban” a los casados y les obligaban a hacer lo que quisieran (lo que quisieran los mozos): morder una boñiga, saltar un tejado... Se cogía un orinal y, para poder manejarlo como incensario, se colgaba de una cuerda. Se echaban dentro buestas (boñigas de vaca) secas, se prendían (olían a demonios) y se iba incensando al prisionero, al que se llevaba atado. Pero si pasaban por delante de un comercio, o de un bar, debían concederle “todo” cuanto pidiese: chocolate, vino, galletas... Ese día era frecuente preguntar: “¿Cuántas veces te la han plantado hoy?” Si el otro contestaba que ninguna, se le replicaba: “No he visto un borrico con tanta fortuna” (bromas muy inocentes). El 29 de diciembre se llamaba Las Pegas y se hacía lo mismo, pero con los papeles cambiados. Ahora los casados perseguían a los solteros.

El día de Nochevieja, 31 de diciembre, se hacía la Cucaña (un poste clavado en el suelo, con la superficie lisa y engrasada, por el que había que trepar para alcanzar un pollo y cinco duros (25 pesetas, unos 15 céntimos de ahora). La noche de fin de año, después de cenar, no se quitaba la mesa. Mientras sigue la mesa puesta no se marcha el Ángel de la Guarda, se decía.

El 6 de enero, día de Reyes, los niños pedían el aguinaldo a su padrino, que le daba una naranja, unas nueces, unas castañas y, a veces, un par de chorizos. Los que realmente pedían por las casas eran los adultos. La víspera de Reyes, por la noche, hombres y mujeres hacían una ronda pidiendo por el pueblo. Tres hacían de Reyes, que iban a caballo, o en burro, tres de pajes y el resto cantaba. Primero se iba a casa del alcalde, luego a la del cura, a la del secretario, a la de los concejales... a las casas de los principales del pueblo, los que podían dar algo, pues el resto eran tan pobres que no podían dar nada. Les solían dar dulces (pasas, higos, caramelos) y una copa de aguardiente. Los dulces los guardaban. Sería el regalo que esa noche dejarían los Reyes a los niños. 

lunes, 16 de diciembre de 2013

Paul Schrader

Paul Schrader es un guionista, director de cine y escritor estadounidense. Nació en Michigan el 22 de julio de 1946. Para él, ya a nadie le interesa el cine: "la nueva generación de cineastas hace películas, pero no le interesa demasiado las películas. La imagen que tengo de los que ahora pueden tener veintitantos años es que se colocan en la cola del cine a pesar de que el cine está cerrado porque no les importa demasiado dónde van".


La opinión de este cineasta americano es absolutamente negativa hacia las salas de cine, pero no hacia el cine. Para Schrader, los dramas serios, el cine adulto, "están emigrando desde hace tiempo a la televisión". Ver una película a oscuras en el cine tiene un sentido comercial y económico, pero no estético o artístico. "Ahora mismo una pantalla plana en casa puede ofrecer más calidad. Estás más cómodo, el sonido es mejor, la imagen es más nítida, es más barato... Lo único malo es que si el espectador se aburre se salta partes con el mando a distancia". Según Schrader, los cambios que el cine pueda experimentar ahora son mínimos comparados con los que ya hemos vivido. Son las máquinas las que ahora harán todo el "trabajo" que nosotros realizábamos. Ya no se tienen conversaciones telefónicas, se tienen con una máquina, un contestador, y pronto habrá otras que vean películas por nosotros.



El caos que parece estar experimentando el cine es el que lleva Lindsay Lohan en su vida, protagonista de su última película 'The Canyons'. El caos es para Schrader autodestructivo. Quizás esto le esté sucediendo al cine. Toda la tecnología que parece que busca beneficios y mejoras en este mundo es lo que lo está destruyendo. La culpa de que ya nadie vaya a las salas de cine es del mismo cine. Es culpa del cine que ahora la gente sea más exigente y se salte partes con el mando a distancia. Pero, ¿qué será del cine si el ser humano inventa máquinas para no tener que ver películas? ¿Sobrevivirá? ¿Tendrá que inventar otra máquina para destruir a esas otras que lo están matando? ¿La próxima película de Paul Schrader tratará de cómo el cine quería matar al propio cine?

domingo, 15 de diciembre de 2013

El Matadero Madrid

Como conté el mes pasado, estuve en la exposición de La Villa de los Papiros en la Casa del Lector de Madrid. Me gustó tanto que ahora me gustaría compartir un poco lo maravilloso que me parece el Matadero Madrid, donde se encuentra la Casa del Lector.
Vamos a empezar con un poco de historia: el Matadero y Mercado Municipal de Ganados de Madrid, también conocido como Matadero Municipal de Legazpi o Matadero Municipal de Arganzuela, fue un conjunto de 48 edificios (en 1921 aumentaron a 64) dedicado a realizar funciones de matadero industrial y mercado de ganado en la ciudad de Madrid durante mediados del siglo XX. Tras el cierre definitivo del matadero en 1996, las instalaciones quedaron sin uso. En 1997 se incluyó en el Catálogo de Edificios Protegidos del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid. Y en 2003 se decidió su transformación en un espacio cultural conocido como Matadero Madrid, que abrió sus puertas en 2007. Tras el fin de las obras, todo el terreno que había compuesto el parque del Matadero se integró en Madrid Río. 
Hoy podemos disfrutar de un amplio espacio cultural:
-Naves del español: dedica su espacio a la representación de obras de teatro contemporáneo en español.
-Intermediae y Vestíbulo: espacio creado y preparado para la interacción abierta y el diálogo cultural entre las actividades culturales del Matadero y los ciudadanos. Se permite la creación de redes de colaboración, la autocrítica, el diálogo ciudadano y el aprendizaje. 
-Central del Diseño: espacio dedicado a la exposición (difusión y promoción) de proyectos relacionados con el diseño gráfico, industrial y de interiores.
-Abierto x Obras: presenta un área de exposiciones con características especiales, de paredes negras y escasa luz, dedicado a artistas nacionales e internacionales. En funcionamiento desde el año 2007.
-La Casa del Lector: la Casa del Lector de la Fundación Sánchez Ruipérez es un Centro Internacional para la Investigación, el Desarrollo y la Innovación de la Lectura.
-Cineteca: hemeroteca visual dedicada al cine de no-ficción.
-Nave de Música: espacio ocupado hasta noviembre de 2011 por la Red Bull Music Academy (RBMA Radio) y que desde 2012 acoge toda la programación musical del Matadero.
-Espacios culturales diversos: Permite ver cualquiera de los trabajos enviados al festival en todas sus ediciones desde 2004. Puede acoger presentaciones, grandes exposiciones, conciertos, talleres de producción de obra, charlas, propuestas escénicas o actividades sociales.

martes, 3 de diciembre de 2013

El adiós de Mario Vargas Llosa

El pasado 2 de diciembre falleció en Madrid el escritor Mario Vargas Llosa (28 de marzo de 1936, Arequipa, Perú), uno de los novelistas y ensayistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX, que en el año 2010 había obtenido el Premio Nobel de Literatura, quizá el reconocimiento más importante a su trayectoria profesional.


Vargas Llosa nació en el seno de una familia de clase media. Sus padres se divorciaron al poco tiempo de nacer él. Vivió sus primeros años con su familia materna, que le hizo creer que su padre había muerto, pues no querían explicarle que sus padres se habían separado. Cuando tenía diez años reapareció su padre, con el que mantuvo siempre una relación muy conflictiva. El matrimonio se reconcilió y se trasladó a vivir a Lima. De los estudios de Vargas Llosa en la capital, cabe destacar su internado durante dos años en el colegio militar Leoncio Prado, experiencia que será determinante en su vida, pues allí leerá a algunos de los escritores que más le marcarán (Victor Hugo, Flaubert, Faulkner) y encontrará inspiración para la novela que le hará conocido internacionalmente, La ciudad y los perros (1962), con la que obtendrá el premio Biblioteca Breve. A los 19 años se casa con su tía política Julia Urquidi, diez años mayor que él, experiencia que novelará en La tía Julia y el escribidor (1977). El matrimonio acaba en divorcio nueve años después. Al poco se vuelve a casar con su prima Patricia Llosa, con la que tuvo tres hijos. Fue un escritor comprometido con los problemas sociales y políticos de su tiempo, lo que se refleja en sus novelas y en sus artículos de opinión. Fue candidato a la presidencia de Perú en el año 1990 y no dudó en expresar públicamente su rechazo al régimen cubano o su apoyo a partidos de corte liberal, como UPyD, en España.


Sus tres primeras novelas (la mencionada La ciudad y los perros, La casa verde -1966- y Conversación en la catedral -1969-) lo convirtieron en uno de los representantes principales del llamado Boom latinoamericano (junto a escritores de la talla de Borges, Rulfo, Carpentier, Octavio Paz, Onetti, Cortázar, Donoso, García Márquez, Cabrera Infante y otros). De la extensa obra posterior (en la que predomina la novela y el ensayo, con incursiones en el teatro y en el periodismo) de este trabajador infatigable, que llegó a simultanear siete trabajos durante su primer matrimonio, se cuentan títulos tan fundamentales de la literatura mundial del siglo XX como Pantaleón y las visitadoras (1973), La guerra del fin del mundo (1981), Elogio de la madrastra (1988) o La fiesta del chivo (2000).

Obtuvo a lo largo de su vida los reconocimientos más prestigiosos: premio Biblioteca Breve 1962 (por La ciudad y los perros), premio Rómulo Gallegos 1967 (por La casa verde), premio Príncipe de Asturias 1986, premio Planeta 1993 (por Lituma en los Andes), premio Cervantes 1994, premio Nobel de Literatura 2010. Fue miembro de la Academia Peruana de la Lengua desde 1977 y de la Real Academia Espa￱ola desde 1994. Se le concedieron numerosos doctorados honoris causa, la Legi￳n de Honor francesa en 1985 y el marquesado de Vargas Llosa por el rey Juan Carlos I en 2011.





*Este es un obituario ficticio realizado como práctica para la asignatura de Periodismo Especializado en Ciencia y Cultura*

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Fotografía y periodismo

La Fundación Canal trae a Madrid 'Magnum's first', la primera exposición organizada por Magnum Photos, que incluye 83 trabajos de ocho legendarios maestros del fotoperiodismo, miembros fundadores de la agencia.

Vista de la exposición que ofrece en Madrid la Fundacion Canal

Se trata de un hallazgo histórico. Las imágenes de la muestra pertenecen a la primera exposición que Magnum organizó como agencia, titulada El rostro del tiempo. Inaugurada en 1955 en el Instituto Cultural Francés de Innsbrück, posteriormente viajó a la Galería Würthle de Viena, el Palacio de Thurn und Taxis en Ratisbona y la universidad de Joanneum y la Neue Galerie en Austria. Tras eso, las fotografías quedaron misteriosamente olvidadas durante más de 50 años en el sótano del Instituto Cultural Francés de Innsbrück, donde han sido redescubiertas recientemente.

Además de las fotografías, se hallaron instrucciones de sus autores, especificando el orden en que debían colocarse sus obras, así como el color de fondo que tendrían al exponerse. La colección que puede visitarse hasta enero en la Fundación Canal ha decidido respetar los deseos de los ocho fotógrafos.

Fotoperiodismo y arte
La exposición contiene trabajos de Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, Werner Bischof, Ernst Haas, Erich Lessing, Jean Marquis, Inge Morath y Marc Riboud realizados entre 1947 y 1954, periodo en el que Magnum Photos se estaba aún forjando para llegar a ser el mito de la fotografía que es hoy. Según Lorenza Bravetta, directora de Magnum Photos para Europa, aquel “fue un momento decisivo para Magnum”, que, tras la muerte de Capa y Bischof, no sabía si seguir adelante.

Bravetta añade que El rostro del tiempo marcó un antes y un después en el mundo artístico. Su aparición se dio en un momento en que “el arte y el fotoperiodismo parecían dos disciplinas irreconciliables”. Situación ante la que Cartier-Bresson se rebeló: “Además de las revistas hay otras formas de dar a conocer nuestras fotografías. Por ejemplo, las exposiciones”.

El tiempo, finalmente, supo poner en su lugar las obras de estos artistas.

Retratos de una época
Las fotografías muestran reportajes gráficos muy distintos, que van desde momentos históricos hasta una superproducción cinematográfica hollywoodiense, sin dejar de lado los retratos costumbristas y las escenas de la vida cotidiana.

Los momentos históricos llegan de la mano de Capa, Cartier-Bresson y Lessing, con fotografías que son fiel testigo de los últimos días de la vida de Mahatma Gandhi y su funeral, una danza interpretada durante un festival vasco en 1951 en Biarritz–Francia y las imágenes de la ciudad de Viena durante la ocupación soviética, respectivamente.

Bischof y Morath retratan momentos costumbristas llenos de matices y contrastes. Por un lado, Bischof nos sorprende con fotografías diametralmente opuestas: niños peruanos con instrumentos típicos o un sacerdote sintoísta en el patio de un templo, captadas durante su viaje alrededor del mundo a comienzos de los 50.

Y por el otro, Inge Morath, la única mujer miembro titular del grupo, aporta una serie de fotografías realizadas en 1953 que retratan el conservadurismo inglés, tomadas en los distritos londinenses del Soho y Mayfair, entre las que se encuentra un retrato de Lady Eveleigh Nash, que acabaría siendo la obra más reproducida por la artista.

Escenas cotidianas
Marquis y Riboud nos acercan momentos íntimos y escenas de la vida cotidiana, como el viaje que realizó Marquis a Hungría en 1954 junto a su esposa Susi e Fisher (prima de Robert Capa), cuyas imágenes se publicaron en The New York Times Magazine; y la serie de fotografías realizadas en 1951 por Riboud en Dalmacia, antes de incorporarse a Magnum Photos, que termina de forma simbólica con un retrato del mariscal Tito durante un mitin.

Los fotogramas de Ernst Haas de la superproducción hollywoodiense de 1955 Tierra de faraones sirven de contrapunto. Las fotografías muestran el complejo rodaje en exteriores. Las tormentas de arena y el mes de ayuno del Ramadán convirtieron la filmación en una tortura para los cuatro mil figurantes, mayoritariamente musulmanes, y mostraron al mundo las peripecias de un rodaje cinematográfico.

Más de un segundo
A pesar de la diversidad de temas y enfoques, la exposición refleja la gran afinidad que existe entre los fotógrafos, que sin recurrir a procesos automáticos o digitales, ponen de manifiesto la idea que se ocultaba detrás de la agencia Magnum Photos: el ojo fotográfico, el momento especial y la proximidad al objeto.

Henri Cartier-Bresson afirmó “una buena foto es aquella que miramos durante más de un segundo”. Estas primeras fotos de la agencia Magnum Photos se apoderan de nosotros, incluso hoy en día, por bastante más tiempo que un segundo.
  
  

martes, 19 de noviembre de 2013

David Jiménez #NEWPAPER

David Jiménez comenzó como redactor en la sección de Sociedad de El Mundo, aunque lo que de verdad le llamaba en el ámbito del periodismo era salir a la calle para contar las historias de las que nadie hablaba.


'El lugar más feliz del mundo' es su nuevo libro, inspirado en las historias vividas después de enfrentarse a sus directores de El Mundo para comunicarles que se quería ir a Hong Kong. Dejó toda su vida en España para poder viajar y ver qué sucedía en otros lugares del planeta donde nadie había tenido el valor de llegar y hacer públicas historias en las que los occidentales estaban vetados.


Los que mejor le conocen le definen como sencillo (igual que su escritura), además de humilde: "No creo haber escrito una buena crónica en mi vida. Eso sí, para ser buen periodista hay que ser buena persona, te tienen que importar las situaciones de los desconocidos y no tratar de ser tú el protagonista".

También es un hombre valiente. Aconsejó a todos los alumnos de Periodismo de la Universidad Complutense que estuvieron en la presentación de su libro el pasado miércoles 13 de noviembre, que fuesen valientes y se alejen de los jefes mediocres. Para David Jiménez los futuros periodistas deben "ser curiosos, mantener el deseo de contar. Y no deberían aceptar trabajos gratuitos: el periodismo no solo cuesta dinero, también tiempo".

Entrevista a David Jiménez en el Periodista Digital.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Velázquez y la familia de Felipe IV

Desde el pasado 8 de octubre podemos disfrutar en el Museo Nacional del Prado en Madrid de la exposición 'Velázquez y la familia de Felipe IV', que estará en la capital hasta el 9 de febrero del próximo año. Durante el recorrido de la exposición encontraremos treinta cuadros del que fue pintor de la realeza española durante 11 años (1650-1661) y de sus sucesores Juan Bautista Martínez del Mazo y Juan Carreño de Miranda.

Felipe IV

La exposición comienza durante la segunda estancia de Velázquez en Roma, en 1650, donde realizó una docena de retratos de la corte papal, de una fuerza asombrosa. La muestra reúne cuatro de los seis que perduran, entre ellos una versión del célebre retrato de Inocencio X que el pintor se llevó a Madrid y que nunca se había expuesto en España. La segunda sección documenta el regreso de Velázquez a la capital en 1651, tras la insistencia del rey Felipe IV, quizás el monarca con mayor conocimiento en pintura de la historia. Esta vuelta a la corte, caracterizada por el frío en su pintura, constituye el núcleo central de la muestra, ya que incluye los retratos reales que pintó Velázquez hasta su muerte, entre ellos Felipe IV, La infanta María Teresa, La reina Mariana de Austria o La infanta María Teresa, El príncipe Felipe Próspero y La infanta Margarita, en azul y oro. La exposición finaliza con ejemplos del retrato cortesano posterior a Velázquez, de la mano de Martínez del Mazo y Carreño.

Mariana de Austria, reina de España  La infanta Margarita de Austria

Las meninas, o La familia de Felipe IV  Carlos II

La emperatriz Margarita de Austria

lunes, 4 de noviembre de 2013

Tecnologías en el tiempo para la difusión de la cultura en Madrid

Gran parte del mérito de la difusión de la cultura la tienen las tecnologías. Y esto no ocurre solo ahora. Siempre ha sido así. La exposición "La Villa de los Papiros" en La Casa del Lector de Madrid lo demuestra.


En el siglo XVIII (cuando se comenzó a excavar Herculano, pues en el año 79 de nuestra era había quedado cubierto por la lava y la ceniza del Vesubio, igual que Pompeya) la tecnología permitió lo que parecía imposible: leer papiros carbonizados. Antonio Piaggio inventó una máquina con la que se podía realizar la delicada tarea de desenrollarlos y así se pudieron leer y traducir, y sobre todo publicar su contenido. Los libros que se elaboraron en la época de las excavaciones (en los que intervino la compleja tecnología de las imprentas) fueron fundamentales para la difusión de cada descubrimiento, pues incluían ilustraciones grabadas en las que se podían ver las esculturas y las pinturas que iban apareciendo, lo que hizo que el arte europeo adoptara el nuevo rumbo neoclásico. Y también fue importante para la difusión de esa cultura clásica la tecnología que permitió hacer los vaciados (duplicados en yeso de esculturas en bronce o en piedra), lo que proporcionó copias que se podían llevar a cualquier parte del mundo y que podían ser vistas por un público mucho más numeroso.

Aparte de esto, que constituye la parte central de la exposición, hay en ella ejemplos de tecnología aplicada a la difusión de la cultura más antiguos (como la de la elaboración de los papiros, tecnología que se remonta en siglos antes de nuestra era, a la época egipcia), pero también más modernos, como son los audiovisuales que se pueden contemplar durante la propia exposición, en los que se reconstruye de manera virtual, pero casi física, el aspecto interior y exterior de la Villa de los Papiros, y algunas instituciones de la época (como la enseñanza infantil: asistimos a lo que pudo ser una clase impartida por un maestro a niños de en torno a diez años).

Hoy en día parece imprescindible un elemento electrónico (un ordenador, un teléfono móvil) para poder difundir la cultura, incluso cualquier idea. Gracias a esta exposición vemos que para que las actuales redes conectadas globalmente funcionen necesitamos estar respaldados por todos aquellos primeros soportes que hicieron posible la expansión cultural cuando todo estaba más lejos y difícilmente conectado.


lunes, 28 de octubre de 2013

La Real Academia muestra sus 300 años de historia en la Biblioteca Nacional

Con motivo del tricentenario de la fundación de la Real Academia Española (RAE) podemos disfrutar de una exposición en la Biblioteca Nacional que muestra toda la historia de esta institución. El recorrido comienza con una imagen de un árbol de lenguas indoeuropeas y con un cuadro de la Torre de Babel. A partir de ahí se suceden objetos que representan diferentes momentos de la historia de las lenguas; desde piezas de arcilla con escritos en griego o egipcio hasta el primer diccionario chino-español.



A la vez que avanzamos por las salas vamos avanzando también por el tiempo, y así podemos ver la primera gramática del español (la de Nebrija, 1492), los primeros vocabularios en latín y en romance, el primer diccionario etimológico en español (Covarrubias, 1611), el primer diccionario monolingüe del español, el llamado diccionario de Autoridades, de la Real Academia Española (1726-1739)...

Cada objeto expuesto está acompañado por cuadros de la época que sitúan al visitante en el momento exacto por el que la Academia y el español estaban pasando. Cuadros como el retrato de Jovellanos o los del poeta Manuel José Quintana en dos momentos de su vida.

Paralelamente se nos muestran objetos y documentos de la institución como los primeros estatutos, el arca de tres llaves donde se guardaba el dinero o la primera edición del diccionario de Autoridades, para cuya elaboración se fundó la Academia.












Muy interesante resulta ver quiénes fueron formando parte de la RAE. Es decir, sus académicos desde sus orígenes hasta la actualidad. Hay una breve sección dedicada a las mujeres, desde el siglo XVIII hasta el XX, en la que destaca María Isidra de Guzmán y de la Cerda, primera y única mujer académica (honoraria, eso sí) y en la que se señalan los casos en que la Academia rechazó a escritoras o investigadoras de reconocido prestigio (Gertrudis Gómez de Avellaneda, Emilia Pardo Bazán o María Moliner).

 

Cerca del final podemos observar objetos de la vida académica actual como el perchero en el que cuelgan sus abrigos los académicos, cada jueves, antes de entrar al salón de Plenos, o el enorme fichero dónde se guardan las fichas de papel que ejemplifican el uso de cada palabra. Y para finalizar la exposición, como ejemplo de la modernización de la RAE, vemos su sitio web y las herramientas de uso público que facilitan la consulta de sus diferentes publicaciones.


viernes, 18 de octubre de 2013

Tom Wolfe

Tom Wolfe es el excéntrico escritor y periodista que en su última novela, Bloody Miami, se refleja en su protagonista, un soñador del periodismo en la calle. No le gusta la blogosfera y no entiende a los jóvenes periodistas que no salen para escribir las historias que suceden en las calles. Le gusta asumir que no sabe lo que pasa. Le encanta que la realidad le sorprenda. Su idea romántica del periodismo es la del Chicago de los años 20. Lector cada mañana del New York Times y del New York Post, el primero para saber qué pasa y el segundo para divertirse. 


No resulta raro que piense que los reportajes son mucho mejores que las novelas americanas de la segunda mitad del siglo XX. Desde sus inicios quiso salir fuera a buscar la noticia. Fue corresponsal con el Washington Post en La Habana, donde evitaba las limusinas para no parecer demasiado capitalista.




Es considerado el padre del Nuevo Periodismo por su renovación en las formas de narrar los reportajes, las crónicas y las entrevistas, combinando lo mejor de la literatura con lo mejor del periodismo.



Votó a Bush en las elecciones del 2004. Su presidente favorito es Reagan y cuando era joven se fijaba en las columnas de Jimmy Breslin. A Obama le describe con la siguiente frase: "A veces hacer nada es mejor que hacer lo que no debes".