lunes, 4 de noviembre de 2013

Tecnologías en el tiempo para la difusión de la cultura en Madrid

Gran parte del mérito de la difusión de la cultura la tienen las tecnologías. Y esto no ocurre solo ahora. Siempre ha sido así. La exposición "La Villa de los Papiros" en La Casa del Lector de Madrid lo demuestra.


En el siglo XVIII (cuando se comenzó a excavar Herculano, pues en el año 79 de nuestra era había quedado cubierto por la lava y la ceniza del Vesubio, igual que Pompeya) la tecnología permitió lo que parecía imposible: leer papiros carbonizados. Antonio Piaggio inventó una máquina con la que se podía realizar la delicada tarea de desenrollarlos y así se pudieron leer y traducir, y sobre todo publicar su contenido. Los libros que se elaboraron en la época de las excavaciones (en los que intervino la compleja tecnología de las imprentas) fueron fundamentales para la difusión de cada descubrimiento, pues incluían ilustraciones grabadas en las que se podían ver las esculturas y las pinturas que iban apareciendo, lo que hizo que el arte europeo adoptara el nuevo rumbo neoclásico. Y también fue importante para la difusión de esa cultura clásica la tecnología que permitió hacer los vaciados (duplicados en yeso de esculturas en bronce o en piedra), lo que proporcionó copias que se podían llevar a cualquier parte del mundo y que podían ser vistas por un público mucho más numeroso.

Aparte de esto, que constituye la parte central de la exposición, hay en ella ejemplos de tecnología aplicada a la difusión de la cultura más antiguos (como la de la elaboración de los papiros, tecnología que se remonta en siglos antes de nuestra era, a la época egipcia), pero también más modernos, como son los audiovisuales que se pueden contemplar durante la propia exposición, en los que se reconstruye de manera virtual, pero casi física, el aspecto interior y exterior de la Villa de los Papiros, y algunas instituciones de la época (como la enseñanza infantil: asistimos a lo que pudo ser una clase impartida por un maestro a niños de en torno a diez años).

Hoy en día parece imprescindible un elemento electrónico (un ordenador, un teléfono móvil) para poder difundir la cultura, incluso cualquier idea. Gracias a esta exposición vemos que para que las actuales redes conectadas globalmente funcionen necesitamos estar respaldados por todos aquellos primeros soportes que hicieron posible la expansión cultural cuando todo estaba más lejos y difícilmente conectado.


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